Con más de 942km² de extensión, la huerta de Murcia afronta nuevos retos para garantizar su supervivencia
La archiconocida como la Huerta de Europa está en horas bajas. Las aguas que antaño abastecían todo el territorio ahora se encuentran plagadas de basura. La instalación de riego que tiene su origen en el s.X trata de sobrevivir frente al lento retroceso de la agricultura tradicional, en una comarca que depende de un entramado de acequias y azarbes "parecido al sistema circulatorio del ser humano" como afirma el cronista y periodista Antonio Botías.
Hablamos con la Asociación para la Conservación de la Huerta de Murcia (Huermur) en las ruinas del Molino de la Pólvora, en Rincón de Beniscornia. "Está totalmente abandonado, desde la Región se comprometieron a recuperar la construcción, pero lleva años así", lamenta Sergio Pacheco, el presidente de la asociación.
Metros y metros de la instalación se encuentran bajo tierra, esperando a ser restaurados. También la Contraparada, la madre de todas las acequias murcianas, se ahoga en su propia podredumbre desde que reventó uno de los sillares. Donde circulaba el agua ahora campan las ratas. Tras la construcción se encuentra una muestra de la huerta superviviente, que arroja esperanza sobre la prosperidad de toda la producción.
Son muchos los particulares que hacen uso de ella en una tradición perfectamente conservada. Muchos hosteleros redoblan su apuesta por la huerta de Murcia utilizando solo productos procedentes de los campos de la Región. Uno de ellos lidera el restaurante Taúlla, en el corazón de Espinardo. Tras su paso por Top Chef Julio Velandrino decidió comenzar su iniciativa de autor en un antiguo molino de pimentero con una filosofía clara. "Preferimos el producto de aquí. Lo seleccionamos todos los días desde el mercado", afirma el cocinero.
No es el único que apuesta por lo regional. En el corazón de la ciudad de Murcia no paran de surgir nuevas propuestas de un producto identitario de la gastronomía murciana. La marinera, una ensaladilla rusa tradicionalmente servida sobre una rosquilla y coronada con una anchoa, está mutando para satisfacer a un público cada vez mas diverso. Desde la marinera negra de La Tapeoteca hasta la caliente de El X Capricho. Para el postre, la célebre marinera dulce de la centenaria pastelería Bonache, un auténtico fin de fiestas para una velada en la capital.